En
el momento que avisé que viajaría a Londres-Inglaterra, mis amigos y conocidos
me advirtieron que la comida era bastante mala. Que quizá la decepción sería
tan grande, que la comida jamás sería lo mismo para mí. Por supuesto me asustó
el comentario y me hizo titubear, pero una aventura sin arriesgarse a perderlo
todo no es digna de mi paladar.
Me
costó trabajo encontrar algún lugar que fuera típico de Londres y que no se
pareciera a uno de E.U.A. Después de combatir el frio y la lluvia de varias
calles de Londres, encontré uno que me llamó la atención, y se llama “Green
Door Steak House”.
Un restaurante
bastante agradable, ya que estaba seco y de igual manera acogedor. Lo primero
que observé fue que tenía un estilo muy diferente a lo normal, parecía que
estaba adornado con figuras geométricas (me imaginé “miles” de comidas
relacionadas a las figuras), y eso me causó una impresión seductora.
Es
increíble como en los menús de comida te presentan distintos platos para que
los elijas, por ejemplo, “Especialidad
de la Casa”. De ninguna manera me quejo de esto ya que me ayuda a probar lo
“típico” del establecimiento. Bueno apartando esta curiosidad mencionada,
escogí de primero el “Melted Camembert”.
Es
de mencionar que la barba me creció unos centímetros más antes de que llegara
el plato. La tardanza fue increíble, pero el plato estaba cerca de lo sublime.
Un plato sencillamente hermoso, bien decorado y con aroma que solo las mujeres
pueden superar. Una figura redonda que contenía el magnífico relleno de queso,
acompañado por una simple pero buena mermelada, y unos “trillizos” pedazos de
pan caliente, hicieron que olvidara el trago amargo de la lentitud.
Emocionado
y listo para comentarle a mis colegas que estaban equivocados sobre el alimento
en Londres, mi segundo plato fue nombrado “Beef Wellington”. Después que las arrugas me
empezaran a aparecer en el rostro, llegó el platillo. Con cara amable observé
la orden y se veía original e increíble, pero su sabor era gris y malo, y el “knock-out”
ocurrió en el segundo round (es horrible cuando cantas victoria y tan solo en
un momento te dicen que te calles), y aparte me quitó 22,95 libras de mi bolsillo.
En
la esquina del “ring o arena”, tenía fuerza para seguir peleando, y entonces pedí
un postre que era la típica tarta de manzana con helado. Para mi sorpresa no hubo tan descarado “robo
de tiempo”, pero el último golpe que recibí fue el definitivo. Realmente
lamentable el último round, con todo y que se veía prometedor.
El
Knock-Out sin duda fue técnico; si no fuera por el primer plato (7.50 libras),
me hubiera caído en las escaleras antes de subir al cuadrilátero. El
restaurante tiene gente agradable, pero sin el sentido del tiempo (me recuerda
a algunos amigos), se encuentra en el “152 Gloucester Road, London SW7” y su
tel. 02073732010. Vayan por la primera ronda y huyan rápidamente, porque lo que
si se come en ese lugar es el tiempo.
Con esas frases llegas al corazón de las mujeres! Las apetencias engañan.. Todo se veía buenísimo , lastima no cumplieron tus expectativas! No sabían a q se enfrentaban!
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